Maestro y precursor de la defensa de la herencia
cultural muchik, mi padre, don Josè Maeda Montenegro;
la ex Av Tacna de Ferreñafe lleva hoy su nombre.
EL CARBONERO
Autor: José Maeda Montenegro
La Zaranda, Batán Grande, 1958
Bajo el encendido verdor de un algarrobo
Y frente a un caprichoso zapote llorón
Están los rústicos enseres del carbonero
Protegidos por su leal can
Que de su casa “trujo”
Alto lo mas alto que puede
El hacha levanta
Para que con todo ímpetu muy pronto
Al algarrobo se le rinda el viejo tronco
Allí carcomido por sus fuerzas
Una caverna singular enseña sus secretos
Y salpicando el tallo en gajos,
Éste se desbarata
Es el tallo que del árbol ha sido fortaleza
Se inclina lentamente, ya muerto cae al suelo
Mústio, mutilado, como despedida
Todavía hace una quejumbrosa mueca
Empapado de gruesas gotas de sudor
Que de la pródiga frente del carbonero
Caprichosas como diáfanas sierpes
Por las arrugas de sus mejillas se han desprendido
Es “Felipe” el carbonero quien lo corta
Piensa que después hará un leñoso hato
Para darle sepultura en una profunda y larga huayrona
Que días después de apagado el fuego
Gran montón encontrarà de diamantino carbón
Rendido y cabizbajo a su casa ya ha llegado
En medio del gorgorito de sus churres
Su chola lo recibe con fresca chicha de jora
Pues calla, ella no sabe la tristeza que a su “Felipe” le invade cada tarde
Que sufre de ser verdugo
Que gime de profundo dolor
Pues, traiciona a su hermana natura
Para llevar a su casa un pedazo de pan
Y al saber que la cruel misión del carbonero
Es matar a quien después de Dios adora
Nadie ha dicho que el árbol grita…
¡Pero él ha visto que el árbol llora!
LA MERCED
Autor: José Maeda Montenegro
Batán Grande, 18 de Octubre de 1961
Montículos de tierra de apariencia vana
Profanos de tu misterio
Los ruines que a tu vientre las palanas hunden
Rasgando con sus hierros un rostro en arcilla esculpido
O un rasgo de su alma
En una mole de oro bosquejado
En el forado oscuro y profundo
Escruto el rostro triste de un indio peón
De impregnado rostro con turbio lodo de sudor
Arriba el patrón de blanca tez y de pomposo traje
Vigila con codicia la faena
Pues, el engaño inducido al cholo
Lo hace dueño del oro, de su vida, de su suelo
Grandes mantas de termal arena quedan
Y del capricho mudo del tiempo
Es hijo el monstruoso socavón
Sucios brazos y relucientes palas
Todavía tienen tezón para arañar el tiempo y lastimar la tierra
Tildones de dolor me punzan
Cuando de esas ocres y nerviosas manos
Fulgores de riquezas veo salir
Del misterio indeleble del tiempo
Que afloran de las entrañas de “La Merced”
Oh! Gran museo subterráneo
Solo la tierra te fue muda protectora
De las ansias preñadas a riquezas imprevistas
De señores feudales que sin leyes te desmoronan
Los tostados huacos multiformes
Nos hablan de tu vida cotidiana
Chaquiras, chontas, junto a tus momias
Oro y turquesas del polvo se desvisten
Y rebeldes al deterioro tus polícromas telas
Tambien reflejan tus usanzas y costumbres
Alegres en tus danzas, tañeros cual campanas
Fueron esos mugrientos cascabeles
Que ahora yacen esparcidos por el suelo.
Autor: José Maeda Montenegro
La Zaranda, Batán Grande, 1958
Bajo el encendido verdor de un algarrobo
Y frente a un caprichoso zapote llorón
Están los rústicos enseres del carbonero
Protegidos por su leal can
Que de su casa “trujo”
Alto lo mas alto que puede
El hacha levanta
Para que con todo ímpetu muy pronto
Al algarrobo se le rinda el viejo tronco
Allí carcomido por sus fuerzas
Una caverna singular enseña sus secretos
Y salpicando el tallo en gajos,
Éste se desbarata
Es el tallo que del árbol ha sido fortaleza
Se inclina lentamente, ya muerto cae al suelo
Mústio, mutilado, como despedida
Todavía hace una quejumbrosa mueca
Empapado de gruesas gotas de sudor
Que de la pródiga frente del carbonero
Caprichosas como diáfanas sierpes
Por las arrugas de sus mejillas se han desprendido
Es “Felipe” el carbonero quien lo corta
Piensa que después hará un leñoso hato
Para darle sepultura en una profunda y larga huayrona
Que días después de apagado el fuego
Gran montón encontrarà de diamantino carbón
Rendido y cabizbajo a su casa ya ha llegado
En medio del gorgorito de sus churres
Su chola lo recibe con fresca chicha de jora
Pues calla, ella no sabe la tristeza que a su “Felipe” le invade cada tarde
Que sufre de ser verdugo
Que gime de profundo dolor
Pues, traiciona a su hermana natura
Para llevar a su casa un pedazo de pan
Y al saber que la cruel misión del carbonero
Es matar a quien después de Dios adora
Nadie ha dicho que el árbol grita…
¡Pero él ha visto que el árbol llora!
LA MERCED
Autor: José Maeda Montenegro
Batán Grande, 18 de Octubre de 1961
Montículos de tierra de apariencia vana
Profanos de tu misterio
Los ruines que a tu vientre las palanas hunden
Rasgando con sus hierros un rostro en arcilla esculpido
O un rasgo de su alma
En una mole de oro bosquejado
En el forado oscuro y profundo
Escruto el rostro triste de un indio peón
De impregnado rostro con turbio lodo de sudor
Arriba el patrón de blanca tez y de pomposo traje
Vigila con codicia la faena
Pues, el engaño inducido al cholo
Lo hace dueño del oro, de su vida, de su suelo
Grandes mantas de termal arena quedan
Y del capricho mudo del tiempo
Es hijo el monstruoso socavón
Sucios brazos y relucientes palas
Todavía tienen tezón para arañar el tiempo y lastimar la tierra
Tildones de dolor me punzan
Cuando de esas ocres y nerviosas manos
Fulgores de riquezas veo salir
Del misterio indeleble del tiempo
Que afloran de las entrañas de “La Merced”
Oh! Gran museo subterráneo
Solo la tierra te fue muda protectora
De las ansias preñadas a riquezas imprevistas
De señores feudales que sin leyes te desmoronan
Los tostados huacos multiformes
Nos hablan de tu vida cotidiana
Chaquiras, chontas, junto a tus momias
Oro y turquesas del polvo se desvisten
Y rebeldes al deterioro tus polícromas telas
Tambien reflejan tus usanzas y costumbres
Alegres en tus danzas, tañeros cual campanas
Fueron esos mugrientos cascabeles
Que ahora yacen esparcidos por el suelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario